Las negociaciones del Tratado de la Mesilla

Ya hemos visto los temas de armamento durante la Guerra de Estados Unidos contra México. Igualmente, cubrimos la historia anterior a los Tratados de Guadalupe-Hidalgo y de la Mesilla. Ahora nos asomaremos a las negociaciones previas al  establecimiento de la nueva frontera.

James Gadsden
En julio de 1853, Estados Unidos enviaba a México a James Gadsden para negociar un nuevo tratado internacional, ya que el existente, de Guadalupe Hidalgo, no le resultaba satisfactorio a la nación vecina

Esto se debió  a que el entonces recientemente firmado Tratado de Guadalupe-Hidalgo (Febrero 2, 1848), no había resuelto el problema para Estados Unidos de contar con una frontera adecuada.

La razón: buscaban unos límites naturales que funcionaran como frontera, además de contar con una salida ferroviaria transcontinental al Pacífico que también contara con un puerto marítimo adecuado, lo que no lograban con ese resultado obtenido hasta entonces, mientras que México continuaba siendo afectado por las depredaciones de los Apaches en Sonora que habían continuado, lo que agravaba el cumplimiento del Artículo XI, que responsabilizaba de éstas a la nación vecina. sin que en percepción de México, Estados Unidos no hacía lo necesario para contenerlas.

Gadsden se entrevistó en la capital del país con el Secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Díez de Bonilla, y al escuchar las quejas que había incorporado Almonte al expediente, Gadsden fingió tener una total ignorancia del caso ya que, dijo, pensaba que ese problema había sido ya resuelto.

Williiam Walker
Por entonces, abundaban las quejas sobre el desempeño de los cónsules estadounidenses en México, como el caso del reciente intento del cónsul estadounidense en Guaymas, Juan Alfredo Robinson, que apoyó la expedición filibustera de William Walker a Baja California y Sonora (por ejemplo, el barco de Robinson, Carolina, había servido como vía de transporte de los filibusteros a la península de Baja California).

Esta intromisión de Robinson, debido a la mezcla de su proyecto personal en las deliberaciones del tratado, debido a que a nadie le convenía, ni a Estados Unidos ni a México, fue la causa que le costó el puesto de cónsul en Guaymas a Robinson, que fue ordenada por el gobierno estadounidense.

Además, el legajo de quejas que traía Gadsden a México había sido aumentado considerablemente por los reportes sobre depredaciones indígenas en la frontera, mismos que el Ministro Plenipotenciario de nuestro país en Washington, el Gral. Juan Nepomuceno Almonte, había sometido a la consideración de sus superiores.

El 18 de septiembre, Gadsden le informaba al gobierno estadounidense que en su opinión Bonilla estaría dispuesto a aceptar una nueva frontera, y agregaba que Estados Unidos no aceptarían una cesión territorial situada más al Norte del paralelo 31° N ya que quedaría el Territorio estadounidense impedido de contar con una vía ferroviaria adecuada, la que era uno de los motivos principales para esas negociaciones; por otro lado, una frontera situada más hacia el Sur: “serviría mejor los propósitos de restringir las incursiones indígenas… y promovería la armonía de la vecindad fronteriza.”

Además, ese mismo día, Gadsden envió a Washington un comunicado privado en que decía que Estados Unidos debía amenazar con sus acciones, incrementando la fuerza militar fronteriza, “debemos mostrar, en toda ocasión la espada, aunque cubierta con el olivo.” Además, el 3 de octubre enviaba otro comunicado, en el que decía que si para fin de año no había logrado resultados positivos, se le llamara de vuelta a Washington, y que simultáneamente se realizaran “preparativos en la frontera,” los que, calculaba, resolverían los problemas que había para que México cediera en su reticencia, aunque esto no fue necesario, como veremos después.

Los días 25 de septiembre y 2 de octubre del mismo año, 1853, Gadsden se entrevistó con el Presidente Santa Anna, y allí le dijo al presidente de México que ninguna potencia podría detener que con el tiempo todo el Valle del Rio Grande quedara bajo el mismo gobierno, y que los Estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila  y  Chihuahua se convertirían en territorio estadounidense, ya que a través de revoluciones sucesivas o de compras se unirían a Texas.

Todo esto lo realizó Gadsden mientras esperaba instrucciones concretas de Washington, las que finalmente llegaron el 11 de noviembre cuando el licenciado Christopher L. Ward, enviado de su gobierno, quien había memorizado sus instrucciones, se las comunicó a Gadsden. La razón de la memorización, en vez de que fueran por escrito, era que Estados Unidos temía que si caían en manos inadecuadas le costarían la presidencia a Santa Anna y en consecuencia echarían por los suelos las negociaciones, lo que a Estados Unidos no le convenía.

Las instrucciones que traía Ward eran ofrecer seis opciones de compra, presentando primero la de mayor territorio, y así ir agregando sucesivamente a la lista, en caso de que no fuera favorable a México esa oferta en particular, hasta que se ofreciera aquella con menor superficie.

En la mayor venta de terreno, estaba dispuesto a pagar 50 millones por buena parte del Norte de Coahuila, Chihuahua, Sonora y Baja California.Y así por el estilo fueron siendo presentadas las distintas alternativas para la venta de territorio, las que fueron siendo rechazadas por México.

Finalmente, en el caso de que México no aceptase ninguna de las opciones, se podía ofrecer la misma cantidad por una frontera que siguiera el paralelo 31,° la que, pensaban que garantizaría al menos la construcción de una línea férrea con salida el Golfo de California.

La razón de ello era que según la información con que contaba Estados Unidos, información que había obtenido por medio de la ruta que siguiera el Batallón Mormón (quien siguiera el río Santa Cruz y pasaba al Este de esta población de Nogales), era que si se establecía una frontera que siguiera a ese paralelo, sería posible la construcción de tan ansiado ferrocarril, ya que ese territorio, situado entre El Paso y el Océano Pacífico, era más o  menos plano en esa región.

Durante los días siguientes, continuaron las deliberaciones con el Ministro Díaz de Bonilla, hasta que en la sexta reunión se llegó al acuerdo. Este consistió en los siguientes puntos:

Debía conservarse el secreto del acuerdo hasta que se obtuviera la ratificación estadounidense;  se permitió una frontera que concediera el mínimo terreno necesario para la construcción del ferrocarril bajo la jurisdicción estadounidense;  se abrogó el artículo XI;  se concedió el derecho a navegación a Estados Unidos por el Colorado y el Golfo de California; y se comprometieron las partes a terminar con las acciones filibusteras en México. Todo sería a cambio de 15 millones.

Vendrían después las deliberaciones dentro del Congreso Estadounidense en las que para llegar a un resultado intervinieron otros factores, tales como la lucha interna en la nación vecina entre los Estados del Norte contra los del Sur, lucha que constituiría una antesala a la Guerra Civil; además, estuvieron las pugnas mexicanas entre liberales y conservadores, o sea entre federalistas y centralistas, aunque como el tema es muy complejo y extenso, además de que no dispongo del espacio necesario, lo dejaré para otro artículo.

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