Los pioneros en el municipio

En las pláticas que imparto sobre la historia de Nogales, casi siempre se me hace una pregunta: ¿porqué se llama Nogales esta población?

La ciudad de Nogales y el municipio homónimo
Al presentarles mi respuesta, no todos saben que Nogales se llaman lo mismo, la ciudad que el municipio en que se ubica ésta. El municipio de Nogales comprende desde la frontera por el Norte, hasta Cíbuta por el Sur, y desde La Arizona por el Oeste hasta los poblados ejidales de las márgenes del río Santa Cruz: San Luis o Mascareñas, López Mateos y Los Picos o Cárdenas Valdés.

Y es precisamente en esta última región, la margen del río Santa Cruz al Este de nuestra población, donde se presentaron los primeros asentamientos europeos del actual Municipio durante la época de la Colonia. Así, probablemente el primer habitante no indígena del río Santa Cruz  hayan sido Nicolás Romero y su mujer, María Ifigenia Perea. Romero diría alguna vez que llegó allí alrededor de 1720. Pues bien, aún viven en Nogales descendientes suyos que conservan el apellido.

Por los diversos testimonios existentes, sabemos que ya desde la década de 1730 un lugar llamado San Luis recibía el nombre de poblado, que es el mismo que  actualmente constituye el principal centro de población de la margen del río Santa Cruz bajo diversos nombres (poblado, San Luis o bien El Centauro del Norte, que es el nombre del ejido al que pertenece). La primera mención del lugar ocurrió empezando 1697 cuando el Padre Eusebio Francisco Kino estableció aen el lugar una estancia ganadera con el nombre de San Luis Bacoancos.

Uno de los monumentos
a Juan Bautista de Aza
Además de San Luis, en la misma zona había otro rancho ganadero de los Romero, José, quien vivía en Santa Bárbara; y poco después, en 1741, se les adjudicaban dos y medio sitios de terreno a los herederos de José y Diego Romero en San Luis, mientras que pocos años más tarde la madre de Juan Bautista de Anza, la madre del descubridor de la Bahía de San Francisco, el mismo cuyo monumento adorna los principales lugares de la región de Sonora, Arizona o California y que se encuentra enterrado en Arizpe, Doña Rosa Becerra Nieto, fue a vivir sus últimos días en la hacienda de Buenavista, cuyo hijo se la había comprado. Sabemos ésto porque tras el  fallecimiento de ella,  fue inhumada en la cercana misión de Guevavi.

Por entonces, antes de la rebelión Pima de 1750, la ranchería de Tubac estaba habitada por otros españoles, como nos lo muestran los registros de la cercana misión de Guevavi.

 Hacia el sur de Nogales, en 1742 era ocupado el terreno conocido como Cucurisulaqui (actual rancho de Casita) por el Cap. Francisco Elías González. Y aquí merece que mencione que Cucurisulaqui debe de derivar su nombre de la raíz pimana “Cuculi” o mezquite.

Los Elías vivían en San Ignacio o en Magdalena, según subiera o bajara la importancia de alguno de esos poblados, aunque como dije antes, eran los dueños del rancho que hoy se llama Casita, el que comprendía por el Norte hasta el actual Puerto y Puente de Encinas, situado al Sur de esta población. Así pasó un siglo, y en 1833 se presentaba en Arizpe José Elías Redondo, descendiente del Capitán Francisco Elías González, y pedía que se le concediera el título del rancho de Casita, que su familia había poseído por más de 90 años, aunque antes que comenzara el procedimiento de mensura del terreno, regresó, ahora con la petición de que también se le adjudicaran los huecos y demasías del terreno, si las hubiera.

Era obvio que la única zona de terreno que podía adjudicársele consistía en el hueco existente entre la mojonera Norte de Casita y el límite Sur de la misión de Tumacácori, y en las invstigaciones que siguieron se encontró que la hacienda ganadera de Calabazas (actual Río Rico) era el lugar más sureño pertenenciente de la misión, y que su límite estaba cerca de donde hoy se encuentra la planta binacional de tratamiento de aguas residuales, en Río Rico.

Se midió el terreno del terreno que se denunciaba, partiendo hacia el Norte desde el actual Puerto de Encinas, y terminó la medición cerca de “...la mojonera de Calabazas [que] está a unos mil pasos más allá, en una loma alta.”  y de esta manera, Elías compró ese terreno el 7 de enero de 1843 en poco más de $113.

Recordemos que por entonces la nación estadounidense no existía aún, y que las casas del rancho Los Nogales fueron construidas en el actual Nogales, Arizona, cerca de donde se encuentra el puente a desnivel de donde parte la carretera a Patagonia. Allí, amparados por la sombra de las rocas que se encuentran en el lugar, crecía un pequeño bosquecillo de nogales, y poco después la gente empezó a llamarle al rancho como Los Nogales de Elías.

Obviamente, la palabra nogal no es de origen nativo sonorense sino europeo, del latín en particular, ya que los romanos le llamaban “nucalis” al árbol que producía “nucis,” o sea frutos cubiertos de una cáscara dura. Del género Juglans, al que pertenece el nogal, se conocen alrededor de una veintena de especies que se distribuyen por el Norte de Europa y hasta Japón, mientras que en América ocurren en todo el continente.

En particular, la especie que habita en nuestra región es el Juglans major que, como lo indica su nombre, es un árbol enorme, que llega a alcanzar los 15 metros de altura y vivir hasta 400 años, aunque actualmente hay pocos especímenes de esta especie en Nogales, los que pueden hallarse en las cañadas aledañas a la población o bien en la Unidad Deportiva Municipal.

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