Bronco Buster

Son pocos quienes lo saben en Nogales, en Sonora, en todo México o aún en la Unión Americana, pero una escultura que se encuentra en la Casa Blanca de Washington, obra que ocupa un primerísimo lugar en la Oficina Oval, tiene raíces en esta región, en esta misma zona fronteriza nogalense.

La Oficina Oval
Debido a la importancia que se le ha dado a esa escultura en bronce, ya que se encuentra flanqueando al escritorio presidencial, a un lado de una de las banderas que adornan el escritorio, sobre una mesa-escritorio que igualmente rodea al presidente y que puede ser vista por todo el mundo, no en cualquier situación sino en las más importantes, cuando ocurren las  principales declaraciones presidenciales estadounidenses y se escoge la Oficina Oval debido a la importancia del anuncio. Así sucedió, por ejemplo, durante la declaración del Presidente Obama, en mayo del 2011, de que Osama Bin Laden, cuyo nombre clave había sido precisamente Gerónimo, había sido muerto. 

La escultura es “Bronco Buster” (Domador de caballos broncos) de Frederic Remington.  Es una obra  que muestra a un vaquero luchando para mantenerse sobre la silla de montar, arriba de un caballo salvaje que brinca relinchando, intentando liberarse del peso que siente encima.  Una mano del jinete se agarra de la rienda del caballo mientras que en la otra se aprecia un fuete. Se le considera la escultura más popular de todas las obras de Remington.  ¿Pero cuál fue  la relación de Remington con Nogales?

Para 1886, Remington era corresponsal de la revista “Harper´s Weekly” y le tocó acompañar al Segundo Capitán, Powhatan Clarke, quien al mando de un grupo de Buffalo Soldiers, o sea soldados estadounidenses de color pertenecientes al 10° Regimiento de Caballería, con base en el Fuerte Huachuca, en Arizona, persiguieron cerca de Nogales al Apache Gerónimo en la que resultó ser su última correría.

Frederic Remington
Todo empezó el 27 de abril de 1886, cuando los apaches atacaron el rancho de Arturo Peck, situado cerca de donde hoy se encuentra la escuela secundaria de Río Rico, al Norte de Nogales, Arizona. Debido a que por entonces había un acuerdo por el que las tropas de cualquier país podían cruzar la frontera persiguiendo a los apaches, Clarke fue detrás de ellos intentando apoderarse de Gerónimo, y Remington lo acompañó como corresponsal de la revista. La crónica de ésta que resultó ser la última correría del Apache ya la he contado en otro artículo hará cosa de dos años y que se puede leer aquí, por lo que no la repetiré ahora, sino que me centraré en la relación entre Clarke y Remington.

Ambos, con 24 años de edad, se llevaron bien y desarrollaron una amistad que después se convertiría en una interesante cadena epistolar; además, Clarke se convirtió en tema de algunas de las pinturas de Remington, como la que muestro a la derecha, quien también aprovechó su estancia en la región de Nogales para hacer bocetos y desarrollar ideas basándose en lo que veía, experiencias que después convertiría en obras como la del Domador del Caballo Bronco, a pesar de que su trabajo no fue bien recibido por los apaches, como nos contara en algún texto: 

“Hubo gran excitación cuando descubrieron que yo usaba un cuaderno de apuntes  y me obligaron a mostrar una de las figuras para que la vieran todos. De inmediato arrancaron la hoja y me pidieron con gruñidos que descontinuara ese pasatiempo, ya que a los Apaches, más que a cualquier otro indio, les disgusta que se hagan sus retratos.”

Clarke, por otro lado, escribiría diversas cartas a diversas personas, como la que le envió a su madre y en la que describe la acción de los picachos de Santa Bárbara, en la Sierra del Pinito, al Suroeste de Nogales, y en la que, arriesgando su vida, salvó la del Cabo Edward Scott, que había sido herido por los apaches de Gerónimo en una pierna, acción por la que después sería condecorado con la máxima condecoración militar estadounidense, la Medalla del Honor.
El cabo Scott después de sufrir la amputación

“Querida madre… He visto a nuestra tropa solo una vez, pero fue en un lugar en el que si hubiésemos corrido hubiera resultado en una masacre. [Los apaches] nos disparaban desde 200 yardas arriba de nuestras cabezas, y ningún hombre habría estado tan frío y determinado como lo estaban ellos  …  Fue necesario que le amputaran la pierna al Cabo herido ya que la bala se la despedazó. Y este hombre cabalgó después unas siete millas sin quejarse…”   
                                  
Precisamente esta acción de Clarke sería inmortalizada por Remington en otra de sus obras, cuya imagen presento en el artículo cuyo enlace incluyo párrafos arriba, y debo concluir agregando que de la estancia de Clark en La Arizona, de la que hablo en el texto del artículo referenciado,  conservo un mapa de Sonora autografiado por él, firmado en la mina del Mowry ese mismo mayo de 1886, la que estuvo situada en las montañas Patagonia, al Noreste de Nogales, mapa que fuera publicado por Sonora News, y que dejó el militar en el rancho que perteneciera a mi bisabuelo, cuando acamparon allí, persiguiendo a Gerónimo.  

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