Nogales a final del siglo XIX
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Nogales por 1886 |
También vimos cómo Nogales, Arizona, carecía por entonces de calle Internacional por lo que las edificaciones estadounidenses se aglomeraban contra la frontera misma (Esto se aprecia en la fotografía de la derecha, de 1886, que muestra a la estación de ferrocarril cruzando la frontera misma).
Debido a que esta ausencia favorecía el contrabando, la sección estadounidense de la comisión que realizó el reemplazo de las mojoneras envió una recomendación al Departamento de Estado que pedía que: “ se declare una reservación de no menos de 50 pies por los Estados Unidos para extenderse a lo largo de toda la longitud de la frontera del lado estadounidense…”
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Panorama de la Calle Internacional por 1898-1899 |
Entre los afectados estuvo la cantina The Exchange que ya mencioné en el mismo artículo anterior, en donde también incluí una fotografía, por lo que el obelisco internacional Número 122 para el que se había construido un nicho en la pared del bar (como se puede apreciar en la fotografía de abajo), después de la remoción del edificio que lo rodeaba quedó sólo, en medio de la calle, a la vez que la estación del ferrocarril, un edificio de madera ubicado sobre la línea misma, una mitad de cada lado de la frontera, fue dividido en dos y cada sección recorrida para dejar libre la franja fronteriza, al mismo tiempo que la estación ferroviaria de Benson fue traída a Nogales para completar el edificio que quedó en el lado arizonense.
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El Obelisco Internacional 122, antes de la remoción del edificio |
El primer incidente había ocurrido en 1886, en ocasión de la última correría del apache Gerónimo, tema que tocaré en otro artículo de esta serie.
El segundo fue el asalto al International Bank, de Nogales, Arizona, cuando la banda de Black Jack robó $30,000 al banco situado en la calle Morley, cerca de la frontera misma.
Pero el tercero y más famoso fue un ataque a Nogales, Sonora, por seguidores de Teresa Urrea, “la Santa de Cabora,” como se le llamaba, amaneciendo el 12 de agosto de 1896. Los insurrectos tomaron el nuevo edificio de la Aduana y murieron en defensa de la población los celadores Francisco Fernández y Crescencio Urbina. Y después de que los asaltantes abandonaran la villa, el Jefe de Policía, Ponciano Sánchez, al mando de una partida de 15 ciudadanos salió en su persecución, aunque fueron emboscados en la cañada de la actual calle 5 de Febrero, muriendo Sánchez y Juan Fernández. Entre los papeles que les fueron recogidos a los asaltantes había algunos volantes que decían: “...Hermanitos: no dejen de alistarse para el día 11 porque vamos a pegar el grito luego que lleguemos; ... yo voy a llegar en la noche a Nogales porque no se puede menos. La paz y la ley sean con ustedes. Teresa Urrea y Juan Bautista…”
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Teresa Urrea |
Por entonces, la villa de Nogales tenía alrededor de 1,300 habitantes, Cananea apenas iniciaba su despegue en población y renombre cuando varios hombres de negocios de Sonora y Arizona unieron esfuerzos en 1896 para adquirir de la viuda de Pesqueira, Elena, la misma que construía por entonces su casa en la naciente Nogales la mina del lugar y fundar la Cananea Copper Company, antes de que uno de sus socios, William Cornell Greene se apoderara de la empresa (tema que por lo extenso tal vez toque en algún artículo posterior); y mientras, Magdalena poco a poco reafirmaba su preeminencia ideológica regional, sustituyendo a San Ignacio como principal población de la región. Todo esto era el preludio de cambios profundos que nadie podía prever que acarrería el futuro.
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