El Nogales de ayer

Recuerdo  cuando en Nogales había unos 40,000  habitantes según el censo de 1960, o 50,000 según el siguiente, de 1950, cuando esta población iba desde la frontera, en donde había empezado, hasta la unión del camino a Cananea con la calle Obregón, que justo allí terminaba al haberse detenido el crecimiento de la ciudad desde la revolución. Más hacia el Sur, únicamente había algunas  construcciones, como la Secundaria 3, fundada en 1964.

Era el Sonora y México de antes  del desarrollo. La población de todo el Estado de Sonora no llegaba aún a igualar a la de la actual ciudad de Hermosillo, que entonces tenía una población de menos de la mitad que la actual de Nogales, unos 100 mil. El Programa Nacional Fronterizo, PRONAF como se le  conocía popularmente, había construido los arcos de la frontera y las avenidas que comunican el Sur con el Norte de la ciudad: la Ruiz Cortines, construida en los 50, rebajando el cerro entre la Buenos Aires y la Héroes, la López Mateos en el centro de la ciudad, y la Elías Calles atravesándola toda. Era una ciudad modernizada  por el PRONAF únicamente para facilitar el tránsito vehicular.

El parque industrial no había sido fundado aún, aunque en 1951 se había decretado el perímetro libre, alrededor de 5 kilómetros desde la frontera. Esa es la razón por la que aún actualmente existe la costumbre local de llamar la numeración de determinada dirección como kilómetro 5.

Para combatir el contrabando, se construyeron algunas garitas: al final de la Colonia Granja, por la Obregón, la Reforma y el camino a Cananea. La de la calle Obregón, estaba cerca de la actual Planta Embotelladora de Coca Cola (localizada entonces por la calle Ingenieros al Norte de la Ochoa), mientras que el Parque Industrial no había surgido todavía, y únicamente algunos ranchos lecheros ocupaban ese terreno; además, la Colonia Virreyes, surgida en 1975, estaba en pañales.                     

Era un Nogales que en mucho se asemejaba a los ranchos de donde había surgido. Sí, había criminalidad en sus calles, aunque no se permitía que la misma permeara a toda la sociedad. Se decía que había dos Nogales, el nocturno, pecaminoso y sórdido de  la calle Canal; y el diurno, ciudad blanca en la que el crimen era desconocido.


Para dar una idea del ambiente, agregaré que desde siempre fui andariego. En cierta ocasión en que me había ido caminando desde la escuela secundaria, institución fundada en 1930, rumbo al Este, brincando lomas despobladas de casas, fui a dar al Este de Nogales, Arizona, cerca de la Academia Lourdes. Llegué a donde se encontraba la construcción del Hotel Rancho Grande, cuando ya había sido cerrado y antes de su demolición.

Allí estaba, entreteniéndome con un montón de ranas que habían nacido en una alberca, cuando subió el cerro una patulla policíaca. Me vieron, no me preguntaron nada y se fueron. Sabían que no causaría ningún daño.

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