El centenario de la batalla del 27 de agosto de 1918


Interrumpo los artículos que escribo, para recordar un evento que lo merece todo.

Este año conmemoramos en Nogales, el centenario de la batalla del 27 de agosto de 1918. Fecha que se ha convertido en años recientes en representativa de Nogales. 

Si bien, anteriormente el monumento a Juárez representaba a esta población, hoy con toda propiedad lo constituye esta fecha en la que los nogalenses de entonces defendieron a esta ciudad, entonces villa, de fuerzas invasoras.

Tenemos la costumbre de ver los hechos aislados, como si no hubiera sucesos previos o no afectara lo ya pasado, a lo que vendría después. Digo lo anterior, porque no se ha relacionado lo sucedido entonces con eventos nacionales o mundiales. 

México era entonces el principal exportador de petróleo del mundo, en Europa se desarrollaba la antesala de la Primera Guerra Mundial; mientras que Estados Unidos era preparado para este conflicto por su gobierno, a la vez que en México se daban los últimos estertores de la revolución. En ese panorama se da lo sucedido entonces.

Las medidas xenófobas federales estadounidenses fueron exacerbando gradualmente los ánimos y sólo fue necesaria una chispa que los disparara. 

El agente detonante fue un incidente internacional con la consecuencia de fuerzas estadounidenses penetraron a  México, en un hecho que había sido previsto por el Presidente Municipal, Félix Buenrostro Peñaloza, ya que días antes de los hechos le envió una carta de protesta al cónsul de México en Nogales, Arizona. quejándose contra las arbitrariedades de los guardias estadounidenses que habían sido  colocados para cuidar la frontera, provocando: "… provocando con sus desmanes un incidente internacional que debemos evitar." Se quejaba de las muertes de mexicanos que se acercaban a la frontera y eran muertos por los guardias estadounidenses en vez de advertirles de su error.

Y lo que tenía que pasar pasó, con alrededor de una quincena  de mexicanos muertos y otros tantos heridos, además del presidente Municipal que vio necesario ofrecer su vida,mientras que del lado estadounidense hubo alrededor de 4 muertos y 30 heridos. 

Es la tarde del martes 27 de agosto, se encuentran haciendo guardia del lado estadounidense el celador A G Barber y el militar William A Tucker (del 35° Batallón de Infantería), mientras que el soldado William H Klint, quien era de los asignados al cuidado de la línea divisoria, está un poco más al sur, ya casi sobre la frontera. A su vez, del lado mexicano de la misma están de guardia los celadores Francisco Gallego, Andrés Ceceña,  y Alfredo Galván.

Tucker se encuentra sentado en una silla, platicando con Barber y secándose el sudor de la nuca cuando a eso de las 4:10 ven acercarse a un mexicano que se dirige hacia el sur y que camina entre las dos vías del ferrocarril. Según declararán más tarde, creyeron ver que debajo de la camisa blanca ocultaba algo, por eso Barber le mandó hacer alto tres veces, en español, aunque el mexicano no obedeció.

Enseguida se levanta Tucker para asistir al celador y éste saca su pistola y le vuelve a ordenar hacer alto. Al ver la conmoción, se aproximan los celadores mexicanos, quienes por su parte empiezan a decirle al mexicano que no se detenga. Tucker desenfunda entonces también su pistola y le grita al mexicano en inglés, ya que no sabe español: “¡Si cruzas esa línea va a haber otra cara más en el infierno!”. Al oír el grito el mexicano se detiene momentáneamente y le dice a Barber: “Ahorita vuelvo”. Es entonces cuando el guardia que se encuentra sobre la línea presenta armas y con el rifle trata de cortarle el paso al mexicano. Y aquí las versiones difieren, ya que no hay certeza sobre esta situación.

Viene un momento de calma durante el cual ambos bandos corren a guarecerse a los edificios cercanos, mientras que empieza a reunirse la gente. 

Media hora más tarde llegan refuerzos estadounidenses, entre ellos el Cptn. Robert J. Mashburn, Comandante del 35° Batallón, quien al mando de unos 200 soldados de color se dirige al oeste de Nogales y ordena colocar una ametralladora arriba del cerro de la calle Crawford, al mismo tiempo que envía al Cptn. Joseph D. Hungerford a que cruce la frontera y se apodere del Hotel Abadie, así como del cerro situado al este de Nogales (el de la Elías), para controlar desde allí el centro de Nogales, Sonora. Estas acciones son las que ocasionarán la intensificación de la batalla, misma que alcanzará su máximo entre las 3:40 y 5:15 PM.

En el asalto al cerro situado en el lado este de la población es muerto Hungerford, aunque los soldados continúan su avance por ese lado del poblado. Además, inmediato a la frontera, el Cptn. Roy Morledge al mando de la tropa A del 10 de caballería se apodera del hotel Abadie y desde allí sus soldados empiezan a disparar sobre los mexicanos que se encuentran cerca. Es probable que uno de estos soldados haya sido quien le disparó al Sr. Peñaloza. 
Muerte del Presidente de Nogales, Félix B. Peñaloza

Al escuchar los primeros disparos, el presidente municipal de Nogales, Félix  Buenrostro Peñaloza, sale del Callejón situado todavía hoy entre la Calle Elías y la vía férrea,  aunque es alcanzado por un disparo, y queda tirado en la banqueta hasta que “algunos vecinos consiguieron, por medio de cuerdas, y amparados por la esquina atraerlo al callejón antes citado metiéndolo en la Botica del Dr. Priego”. Ya adentro, el médico lo empieza a curar, mientras que Peñaloza permanece consciente y, según declarará después el Dr. Priego, le dice al doctor que “no vaciló en exponerse a una muerte segura pero en su calidad de Presidente Municipal creyó cumplir con su deber, según él mismo me lo manifestó cuando ya estaba herido”. Y así sucede, ya que como a la media hora fallece por hemorragia interna. Al Dr. Priego le tocará expresar el sentimiento de los nogalenses sobre su actuación durante esta crisis: 


“En mi concepto el acto del Señor Félix B. Peñaloza aparte de ser heroico, fue más bien patriótico porque quiso evitar a la patria un conflicto internacional y como autoridad estaba en su deber hacerlo

Pasaron los años  y no fue sino hasta el 22 de Julio de 1961, en que por la Ley No. 77, el Congreso de la República le concedió  ese título.

Al cumplirse un siglo de estos hechos, el  gobierno municipal no podía  dejar de lado esta conmemoración, por lo que preparó un  humilde pero  significativo programa con que espera recordar lo sucedido entonces, a pesar de que nos encontramos en medio de la temporada de tormentas veraniegas,  y a  unos días del cambio de gobierno municipal. 

Además del tradicional evento cívico que se realiza por las mañanas, año con año en la réplica de la aduana y frente a la tumba de Félix Peñaloza, se han preparado una serie de  programas que le den realce a la ocasión, tales como exposiciones de pintura en el museo de la ciudad, y ya por la tarde habrá una serie de eventos musicales que dignamente recuerden la ocasión.

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