Asalto a Nogales por seguidores de Teresa Urrea

Teresa Urrea
Ocho años después de fundado Nogales, Sonora, en 1892 era deportada a Arizona,Teresa Urrea, la ”santa de Cabora” (no se confunda este lugar, cercano a Navojoa, con nuestro Caborca) debido a sus actividades curativas, y por acusársele de haber instigado un levantamiento de los habitantes de Tomóchic, Chihuahua. 

Por un tiempo vivió dentro de Nogales, en una pequeña casita situada en la esquina Suroeste de la población vecina, en la continuación hacia la población vecina de la calle Ingenieros, aunque después se cambió al Bosque, un rancho situado 25 Km al norte de la frontera, donde vivió tres años más curando y ganando adeptos, antes de penetrar más a territorio estadounidense.


Manuel Mascareñas
Posteriormente a estos hechos, el único  incidente nogalense que involucre a sus seguidores fue el asalto de éstos amaneciendo el 12 de agosto de 1896, como narra en el parte de los hechos el entonces Cónsul de México en Nogales, Arizona, Manuel Mascareñas. 

Mascareñas había sido electo Presidente Municipal para el período del 16 de septiembre de 1893 hasta la misma fecha de 1984, aunque una Ley, promulgda el 3 de octubre de 1893 había reemplazado su equipo por otro. Así fue que, de 1893 a 1894, además de Cónsul de México en Nogales, Arizona, Mascareñas fue Presidente Municipal de Nogales, Sonora, y cuando sucedieron estos hechos en 1896, había sido electo Carlos Garza Cortina, y así sucedió que además de Adminstrador de la Aduana, fuera Presidente Municipal de Nogales, Sonora.  Pero volvamos con la crónica de los hechos del amanecer del día 12 de agosto:

A las tres y media de la mañana fue asaltado Nogales, Sonora, por cosa de cuarenta bandidos entre Yaquis y de razón. Sorprendieron nuestra aduana y al ayuntamiento. Los empleados de la aduana se defendieron muriendo en la defensa Celadores Francisco Fernández y Manuel Delahanty y además el paisano Cresencio Urbina, que prestaba auxilio. De los asaltantes, que son mandados por un individuo apellidado Arvizu, dejaron sobre el campo siete muertos y un prisionero. 

Delahanty había estado cuidando del edificio de la Aduana, y su suegro, Crescencio Urbina, también murió en la refriega al intentar ayudar a su pariente politico. 


Por su parte, los asaltantes se apoderaron del edificio de la recién inaugurada aduana en el que permanecieron hasta el amanecer, cuando huyeron hacia el oeste de la población.
Asaltantes a  la Aduana muertos
 


Del edificio de la aduana, se hicieron de 18 rifles, dos pistolas y municiones, aunque no lograron apoderarse de $80,000 que habían sido depositados en otro edificio, mientras se adecuaba la caja fuerte de la aduana. Este reforzamiento de la Caja fuerte aduanal sería el responsable de que  costara tanto trabajo deshacerla en la década de 1960, cuando fue demolido ese edificio.

Otra razón de que los asaltantes no obtuvieran el éxito deseado, fue que al escuchar los primeros balazos, el Cónsul mexicano en la población vecina, Manuel Mascareñas había sonado la alerta, tocando las campanas de incendio que convocaban a toda la población, y así logró alertar a los dos Nogales desde su casa, ubicada en el Consulado de México, que se encontraba en una de las esquinas de las calles Crawford con West.

Veamos la crónica de lo sucedido un día después, según lo publicara un periódico de entonces:

Como a las 9 de la mañana, varios ciudadanos, en número de 15 salieron sobre la huella del enemigo. A poco más de una milla de la población, se dividieron en dos grupos: uno tomó el rumbo de “El Carricito” y el otro ... iba al mando del Jefe de la Policía Ponciano Sánchez, y se dirigió sobre la huella de los indios que iban rumbo al cajón de “La Mariposa.” Poco más de tres leguas habían andado estos señores cuando divisaron sobre un cordón de pequeñas colinas a 4 indios que se dirigían al interior del cajón antes citado. Avivaron el paso a sus cabalgaduras para darles alcance más pronto, cuando de repente, y de una manera inesperada, recibieron una descarga del enemigo con tan fatal resultado, que les causó la baja del Jefe Ponciano Sánchez y la del Sr. Juan Fernández... Se cruzaron como 20 o 30 tiros el resto que componía aquella arriesgada comisión; pero viendo que el enemigo era superior en número se retiraron para venir a dar parte a la autoridad de la muerte adversa que les había tocado.

Nogales, Sonora, contaba entonces con una población de aproximadamente 1,300 almas, y se extendía desde la frontera hasta la calle Vázquez. El carricito, cañada que es mencionada en el artículo, quedaba ya afuera de la población. No era otro que la calle 5 de Febrero, mientras que las tres leguas mencionadas, equivalen a unos 12 Km. 

En las investigaciones posteriores a los hechos, se supo que uno de los asaltantes muertos, Loreto Rivas, llevaba entre sus ropas una carta sin firma, fechada el 28 de junio: 

"Estaremos cerca de Nogales el día once de agosto, y junto con tus hombres esperamos apoderarnos de todas las armas del lugar. Dile a tus hombres que no tengan miedo; que todos somos hermanos y hermanas, y que los ricos deben de compartir con los pobres, y diles que recuerden que la "Santa" estará siempre con ellos en espíritu."

También, entre los papeles que se les recogieron a los asaltantes, según los reportes periodísticos de entonces, hubo algunos volantes que rezaban: 


“...Hermanitos: no dejen de alistarse para el día 11 porque vamos a pegar el grito luego que lleguemos; ... yo voy a llegar en la noche a Nogales porque no se puede menos. La paz y la ley sean con ustedes. Teresa Urrea y Juan Bautista”.

Entre la ropa de los asaltantes muertos, fueron hallados igualmente escapularios e imágenes de la llamada santa, ya que no era reconocida por el rito católico, que supuestamente eran para protegerlos de las balas de su enemigo. 

Después de los hechos, recogidos los cuerpos de los fallecidos; Ponciano Sánchez que, como ya dije era el Jefe de policía, mientras que Juan Fernández era un empleado de la aduana fronteriza,  fueron sepultados en varias tumbas, hoy poco menos que olvidadas, en el entonces nuevo Panteón  del Rosario. 

Las características de estas tumbas nos dicen que su logro fue por subscripción de una población agradecida, mientras que los cadáveres de los asaltantes a la Aduana fueron exibidos a un costado de la Presidencia Municipal (donde hoy se encuetra correos), antes de ser llevados a la fosa común. 

Además. por los alrededores de Nogales, tanto en Sonora como en Arizona, empezó entonces una campaña gubernamental en la que las principales víctimas eran los trabajadores yaqui, con la meta de limpiar el territorio de hombres a los que se les consideraba mejor muertos que vivos.

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