El ocio nogalense

Interrumpo momentáneamente la serie que escribo sobre la historia de Nogales, Arizona, debido a  una consulta que me hizo esta semana un estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional en Nogales, y que me inspiró este artículo. Mi opinión sobre la cultura nogalense.

Su serie de preguntas no comenzó de la manera tradicional, no predispuso mi respuesta. Habitualmente me preguntan: ¿Cual es el platillo tradicional de Nogales? ¿Cual la vestimenta usual ? ¿Cual el baile? A todas estas preguntas les respondo que no hay tales. Al ver su titubeo me toca a mí, y les pregunto a manera de respuesta: ¿Cual creen que sea  el platillo, vestimenta o baile tradicional nogalense? Esa "respuesta" les ocasiona aún más desconcierto, así que mejor profundizo en mis argumentos:

Tal vez debido a que en Nogales vive gente sin raíces locales, es que han abandonado sus costumbres nativas. Y no, no se trata de que aquí adopten costumbres estadounidenses ya que es posible que ni pasaporte tengan, mucho menos que conozcan Estados Unidos. No. Lo que sucede es que aquí son otras las características culturales.

Lo que hace distinto a Nogales es que, tal vez aquí, no tienen el tiempo para dedicarlo a lo superfluo. ¿O será otra la razón?

En Nogales, el método más usual de alimentación es el de la comida rápida. El otro día, me encontré a un amigo, un director escolar comía unos tacos en alguna esquina. Cuando le pregunté porqué no lo hacía en algún restaurante, me respondió que por la rapidez con que se le atiende.

Sin embargo, hay dos manifestaciones culturales locales que no acierto a incluir dentro de estos patrones conocidos, y que tal vez respondan a estas mismas características.

Una de ellas, el ejemplo del director del tecnológico que, religiosamente, lo veía comer en uno de esos restaurantes de hamburguesas que hay localmente; y también religiosamente dejaba una propina sobre la mesa. El/la dependiente que iba después a limpiarla, no sabía que hacer con esa feria.

Tacos de Perro
O el caso de los "tacos de perro" (únicamente se conocen por ese nombre, aunque no estén hechos de ese animal, creo), que  tal vez sean una invención local. El sabor es lo único que los diferencia de los "dogos" de otras ciudades sonorenses o aún estadounidenses. Son puro sabor, no tienen substancia (Foto cortesía de Isaac Quintero Mendívil), la salza es lo único que los diferencia de otros tacos. Los tacos de perro son los hijos de las chimichangas: hechos con tortilla dorada (aunque a diferencia de éstas, los tacos están fabricados con tortilla de maíz), con un  relleno que cada vez es menor, con "ensalada" de repollo cortado muy finito, y sobre todo, rematándolos, una salsa de tomata y chile que es extremadamente picosa para el gusto habitual del sonorense. Aparte de ello, se distinguen por el precio muy bajo en que se ofrecen.

Y en relación con  la vestimenta que se estila en esta ciudad, aquí no se usa el traje, a pesar que sí se utilice en otras ciudades de México, sin importar el calor o frío ambientales de allí, y vaya que localmente se precia Sonora en ser calurosa en verano y fría en invierno.

Otra característica local, en esta ciudad no acostumbran las familias a salir por las tardes a alguna plaza a llevar a los hijos a  jugar. Aquí  se regresa al hogar a ver la televisión, a leer un libro o lo que sea, y cuando mucho se lleva a la familia a algún supermercado durante los fines de semana. Así se socializa aquí.

Acostumbro ir y sentarme en alguna banca de algún parque a ver cómo funciona la sociedad local. Hay uno, cercano a mi casa, el de la escuela primaria Pestalozzi al que voy casi diariamente por las tardes. Allí saludo a una pareja que viene del centro del país, que por las tardes sale a caminar, hacen ejercicio y ya de regreso se detienen y sientan en alguna de las bancas que ofrece ese parque, "a ver pasar a la gente mientras disfrutan del momento" así como también presencian las sombras de la noche que avanzan sobre la ciudad.

Los demás empleados de mi lugar de trabajo no entienden la razón que tenga yo para dedicarle al ocio ese tiempo. En Nogales o se trabaja o se duerme. De esta manera, al verme sentado allí, han inventado infinidad de motivos subterráneos que tenga para realizar ese "extraño" ritual, y así poder quedar contentos consigo mismos, mientras que yo disfruto de otro día más.

En esa misma plaza, el otro día me tocó ver una escena inusual localmente. Una familia que a todas luces venía de alguno de los Estados del centro del país, tal vez de Oaxaca, llegó con una pizza y sodas, y se pusieron a comer, a disfrutar de la tarde: padres, hijos y nietos, todos comulgando en ese ritual tan extraño a lo local, todos saboreando de ese atardecer nogalense, todos disfrutando de un momento que en otra ciudad no tendría nada de extraño. Debo agregar que ya no han vuelto.  ¿Por qué?

Hasta la misma Unidad Deportiva local tiene su "utilidad." Entre semana es utilizada para que hagan ejercicio allí infinidad de nogalenses a quienes algún médico ha recetado más ejercicio, más descanso, cuando resultan con hipertensión arterial o intentan curarse de sus enfermedades provocadas por la tensión que sufren en su desempeño laboral urbano.

Por otro lado, los fines de semana son diferentes allí: los sábados hay concursos deportivos o ensaya en sus canchas el grupo DARE. Los domingos, por otro lado, son los únicos días en que la Unidad es utilizada para lo que fue creada: los domingos puede uno ver a las familias que, al no tener dinero para otros fines, o que tal vez debido a que no se incorporan aún a la mecánica social nogalense, utilizan ese espacio para dedicarlo a llevar la familia o tal vez a pasear entre sus callejones, todo para dedicarle un tiempo al "ocio creador" como acostumbraba llamarle Talleyrand.

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