La Arizona

La  siguiente fecha histórica de Sonora que tiene relación con la región que hoy es angloamericana, se relaciona con el nombre mismo del Estado de Arizona. No es conocido de muchos, pero ese nombre le debe su origen al ejido de la Arizona, situado a unos 25 Km hacia el Suroeste de esta población de Nogales. 



Aún hoy hay discrepancia sobre el significado del nombre. Mientras que unos sostienen que  los Pimas le habían dado ese al lugar, derivado de  "ali" y "shona" que significa "manantial pequeño", debido a  la existencia en el lugar de unos manantiales que alimentan unos lagos; por otro lado, según el historiador Don Garate, los vascos, de los que la mayoría de los norsonorenses venían, le llaman a un lugar con un bosque de robles grandes,  "Ari - zona" por lo que al haber bosques de encinos en esa región, se le dió ese nombre, debido a que los encinos y robles son muy parecidos.

Bueno. Pocos años después de la muerte del misionero jesuita, Eusebio Francisco Kino, cuando Nogales no había sido fundado aún, un indio Yaqui, Antonio Siraumea ( de donde posiblemente se derive el nombre de la Sierra de San Antonio, situada al Norte de San Lázaro, al Este de la Arizona y de esta población de Nogales, la que cruza la frontera convirtiéndose en Sierra del Washington), que gambusineaba en 1736 en la región de la Arizona, descubrió en el  lugar ciertas losas de plata que de inmediato provocaron, por su gran tamaño, que esa región se viera inundada por gambusinos procedentes de todo Sonora, que intentaban hallar más de ese metal. Algunas de las enormes planchas de plata que fueron halladas tuvieron que ser cortadas a hachazos para que sus dueños pudieran manejarlas, llegando las mayores a pesar hasta una tonelada. Recuerde que ésto es un hecho histórico, no leyenda.

Debido a ese hallazgo, el Capitán Juan Bautista de Anza (padre), que por entonces fungía como Justicia Mayor, llegó al sitio procedente de su lugar de residencia, en Fronteras. Las instrucciones que llevaba de sus superiores consistían en determinar si el hallazgo de esas planchas de plata era un tesoro que alguien hubiera enterrado, en cuyo caso todo el tesoro le pertenecería totalmente al Rey; o bien correspondía a un yacimiento natural,  en cuyo  caso el metal debería ser "quintado" o sea que se le separase como impuesto el "quinto real" que le correspondería al Rey, mientras que el resto le pertenecía a su descubridor. 

Anza buscó la opinión de algunos de los misioneros más conocedores del tema, y así se dio origen a una polémica legal que tardó  tiempo en ser resuelta, además de embargar el mineral que pudo mientras se resolvía el caso, y mientras la  plata que había en el lugar se fue agotando, a la vez que  los ataques apaches contra quienes se aventuraban a la región fueron aumentando. Finalmente, la Arizona quedó abandonada y no hasta mediados del siglo XIX en que un bisabuelo de quien escribe este artículo, Guillermo Barnett, fundó un rancho en el lugar.

Mientras, la fama del sitio, o sea del fabuloso "tesoro de las planchas de la Arizona," permaneció subconsciente en la mente no únicamente de los sonorenses, sino que se extendió a todo el orbe, y durante la primera mitad del siglo XIX alimentó la imaginación francesa, originando una fructífera coleción de textos en los que las Planchas de Plata de la Arizona figuraban predominantemente. Así fue cómo se organizaron expediciones al lugar, tanto de sonorenses como de otras regiones del planeta, de las que los más famosas fueron las filibusteras de Raousset de Boulbon o de Henry Crabb, que tenían como meta la de encontrar los  tesoros de La Arizona. Y mientras, la fama del lugar llegó a heredarle su nombre a toda la región que adquiriera Estados Unidos tras la Compra de la Mesilla. Pero ese será tema de otro artículo.

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