Gerónimo

Gerónimo
Los encuentros armados con los Apaches se remontan, en la región sonorense, a la época de la Colonia, aunque por lo extenso de este tema, aquí tocaré únicamente el de la última huida del Apache Gerónimo, en los alrededores de la entonces nueva población de Nogales, Sonora. Esa es la razón de que algunos de los nombres de lugares son reconocidos por quien lea este artículo.

Corría el año de 1886, y durante el mes de marzo, cuando Nogales estaba por cumplir dos años de edad, Gerónimo ofrecía rendirse, aunque nuevamente junto con Nachez, 20 hombres y 13 mujeres, se escaparon y dirigieron a los alrededores del actual Nogales.

El día 21 de abril robaron ganado por el Aribabi, y más cerca de Imuris mataron a un hombre e hirieron a otro; dos días después se acercaban a Casita, en donde mataron a otros dos, para dirigirse al río Santa Cruz, en donde el día 26 atacaron Buenavista (actual Mascareñas).

Sin embargo, las condiciones sociales y de transporte en Sonora habían cambiado para entonces. Sus días de correrías estaban contados debido a la reciente inauguración del Ferrocarril de Sonora, ya que las fuerzas sonorenses fueron enviadas por ferrocarril a rechazarlos.

El Cap. Thomas Coverly Lebo
Esa fue la razón por la que los Apaches, huyendo, se dirigieron después a Arizona, en donde, al Norte de Nogales, el día 27 mataron a varias personas en el rancho de Arturo Peck, quien al ver la masacre enloqueció temporalmente, y así fue cómo los Apaches lo dejaron ir, y el día 28 mataban a ocho personas más cerca de Crittenden (al Noreste de Nogales).

Sin embargo, nuevamente regresaron a México y cruzaron  la frontera nuevamente rumbo a Sonora. En su persecución, el Cap. Thomas C. Lebo, al mando de unos 30 soldados estadounidenses de color, gracias a un tratado con México que había sido firmado en 1882, en el que se autorizaba el cruce de la frontera en persecución de los Apaches que atacaran cerca de ésta, la cruzó y acampó en el rancho La Arizona, que le pertenecía a un bisabuelo mío, en donde esperó noticias de los Apaches.

Picachos de Santa Bárbara
Estos cruzaron hacia el Oeste de la línea férrea por Agua Zarca (actual La Mesa, al Sur de Nogales), en donde mataron a una familia de apellido Andrade,  y se dirigieron después a la Sierra del Pinito. Entonces,  el Capitán Lebo, al mando de sus soldados, cruzaron la Sierra del Pinito por un lugar que desde entonces es conocido por los rancheros del lugar comoel Paso de los Negros, y el 3 de mayo hicieron contacto con los indios en la cima de los picachos de Santa Bárbara, situados al sureste de Nogales, en donde se habían escondido: "“…en una elevada meseta plana y circular, que constituye la cumbre de un elevado monte, eminencia de aspecto basáltico, cortada a tajo por todos lados y que da por uno de ellos a un pequeño desfiladero y por otro a una especie de cañada en forma de “V” que atraviesa la pared vertical, dando acceso a la meseta plana y cubierta de yerba…” 

Quienes hayan subido esa escarpada sierra, de inmediato reconocerán el lugar por esta descripción. Es un lugar sumamente agreste y al autor de estas líneas le tocó ver, hace años en que subí, a un oso que se alimentaba de manzanitas, las que abundan en el lugar.

Remington en los Picachos
En la falda de esa sierra empezó el encuentro armado alrededor de las 3 PM, contra los Apaches que se habían emboscado en la cima de los Picos. Durante el intercambio, el soldado Joseph Hollis fue muerto de inmediato, mientras que el Cabo Edward Scott fue herido y quedó tirado, expuesto a los disparos que continuaban siendo disparados, por lo que el Cap. Powhatan Clarke se abalanzó sobre él, a pesar de las balas y, arrastrándolo, lo puso a salvo, en una escena que fue inmortalizada en un grabado del famoso pintor y escultor estadounidense, Frederick Remington, quien acompañaba a los soldados como corresponsal de la revista "Harper´s Weekly" y adornó la portada del artículo en que describe este encuentro.  Esta escena resultó en que el Tte. Powhatan  Clarke se hiciera merecedor de la Medalla del Honor estadounidense. De cualquier manera, al Cabo Scott le fue amputada la pierna, aunque salvó la vida.
El Cabo Edward Scott después del encuentro armado

Entre paréntesis, el Teniente Powhatan Clarke dejó en la Arizona un mapa de Sonora que acababa de adquirir en la librería nogalense, Sonora News, en el que estampó su firma, y este mapa hoy forma parte de la colección del autor. Pero el espacio se termina y en el próximo artículo continuaré con esta crónica.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Los Hohókam

La cultura Trincheras

El Culto a San Francisco en Magdalena