Los retos del futuro

Ya vimos cómo, en México, en Sonora y en el Nogales posteriores a la Segunda Guerra Mundial se fue realizando la atención hacia la educación por parte del Estado y la Iglesia Católica. Al final de este primer periodo teníamos un Sonora con poco más de un millón de habitantes en 1970, mientras que Nogales llegaba a unos 53,500 habitantes (a diferencia de la población que nos asigna el más reciente Censo de Población de INEGI, que fue realizado el 2010: 2,662,480 para todo Sonora, de  los que 220,280 somos nogalenses).

Las principales ciudades de Sonora eran entonces Hermosillo con poco más de 175,000 habitantes, Ciudad Obregón con poco más de 100,000, y Nogales. Esta misma relación poblacional se conserva actualmente, con 784,342 habitantes para la capital y 409,310 para Cajeme.  Nogales abarcaba, entonces, desde la frontera hasta la entrada de la Colonia Kennedy que empezaba a ser desarrollada, mientras que el entonces Periférico Occidente, actual Colosio Murrieta, aún no había sido construido como tampoco el Instituto Tecnológico de Nogales.

Es decir, eran un Nogales lo mismo que un Sonora que empezaban a asomarse a la modernidad urbana. Esta población de Nogales contaba entonces, en 1970, con dos parroquias, la Purísima Concepción y la del entonces Santuario de Guadalupe, ya que la tercera parroquia, La Sagrada Familia, sería erigida el 3 de noviembre de 1971, mientras que la  cuarta, la Divina Providencia, fue erigida e 18 de diciembre de 1979; ese momento constituye el parteaguas que define el crecimiento en población y en crecimiento de las manchas urbanas de Sonora, todo como consecuencia del proceso de industrialización fronterizo. Repetiría que este crecimiento vino a alterar la situación  general de esta frontera, e igualmente estableció nuevas fórmulas de convivencia fronteriza, y este tema es el que desarrollaré en el presente artículo.

Como lo indiqué anteriormente, la educación había sido el principal foco de atención del Estado y de la Iglesia, aunque el crecimiento en población, urbana principalmente, que ocurrió desde entonces ocasionó nuevas presiones sobre nuestra convivencia fronteriza, nuevas urgencias derivadas del crecimiento en población, tales como la creciente necesidad de proveer de bienes de consumo y de servicios; lo mismo por el Estado, como por otras instituciones, entre ellas la Iglesia Católica; e igualmente empezó a ser afectada en forma inmediata esta población por  situaciones que ocurrían en otras regiones del mundo, como por ejemplo las guerras de Centroamérica en los albores de la globalización.  Todo estos elementos incidieron sobre el crecimiento Nogalense, aportando su parte para la explosión local en población y en superficie.

Desde la óptica estadounidense, en septiembre de 1969 la nación vecina dio inicio a un programa de revisión total de aquellos que cruzaban la frontera, aunque debido a lo generalizado de las protestas, un mes después se le daba fin; y poco después, en 1973 era creada  la Administración de Control de Drogas (DEA). Esto sucedía mientras que en México comenzaba en 1982 la terrible crisis económica mexicana de la que aún no nos recuperamos, en la que las clases económicas mexicanas más desposeídas han sido más afectadas. Este fue otro hecho que estimuló la emigración a los Estados Unidos de trabajadores indocumentados.

La Iglesia católica no podía quedar de lado de esta situación, por lo que a principios de la década de 1980 inició una red de iglesias regionales para protección de los migrantes centroamericanos, hasta convertir esa acción en una iniciativa transnacional, al diseñar una red de iglesias regionales en un Santuario en favor de los mismos migrantes centroamericanos.

No me extenderé más en esta crónica por la falta de espacio, aunque agregaría que en la actualidad han surgido localmente varias iniciativas de atención al migrante, ya que al concluir la inestabilidad política de Centroamérica, actualmente éstos son mexicanos principalmente.

Así, de acuerdo con el Directorio del Migrante publicado en La Jornada, se encuentran el Albergue Juan Bosco (que ofrece alimentación y un sitio para pernoctar a migrantes que intentan cruzar la frontera, o bien a los deportados por la Patrulla Fronteriza. Además, a los migrantes que lo solicitan les financia parcialmente el regreso a sus lugares de origen);  la Casa Madre Conchita (que recibe a niñas migrantes, especialmente a quienes son deportadas); el Dormitorio Iglesia Sagrada Familia (que ofrece un sitio para dormir y cenar a migrantes adultos y menores sólo cuando viajan con sus padres), la Casa Hogar Nuestros Pequeños Hermanos (que atiende a niños migrantes. Además de la alimentación busca a sus familiares en cualquier parte de la República y en ocasiones financia el pasaje de regreso a sus comunidades de origen); la Iniciativa Kino para la Frontera y tal vez el más importante de todos, el situado en la nueva Catedral del Obispado de Nogales.

Por otro lado, el gobierno federal de México estableció en 1994 en Nogales el grupo Delta de acuerdo a lo que establece el artículo 71 de la Ley de Migración, para darles: 

"protección a migrantes que se encuentren en territorio nacional, los que tendrán por objeto la protección y defensa de sus derechos, con independencia de su nacionalidad o situación migratoria." 

Pero además de los migrantes, también repercuten sobre la frontera actual los fenómenos de la cambiante estructura de la sociedad mundial, de la que no podemos dejar de lado a nuestra sociedad mexicana fronteriza, lo que ha forzado que la Iglesia "libere" su perspectiva. Entre ellos, mencionaría a la nueva concepción de la familia y del individuo, el auge de las iglesias no católicas, la influencia de las costumbres sociales estadounidenses,  los derechos laborales, etc.

Así, se prevé que el nuevo Obispado de Nogales, al igual que la Iglesia Católica en general, tenga a futuro como principales, aunque no únicos retos por un lado el de la atención al migrante y por el otro el diseñar nuevas fórmulas económicas y sociales que terminen con la disparidad económica de los mexicanos.

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