Las negociaciones de Gadsden en México
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GADSDEN |
Como consecuencia, Estados Unidos intentó adquirir más territorio de su vecino por lo que envió a nuestro país, en julio 1853, a James Gadsden para llevar a cabo las negociaciones que resolvieran esos problemas.
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Gral. Almonte |
Gadsden se entrevistó
en la capital del país con el Secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Díez
de Bonilla, y al escuchar las quejas que había incorporado Almonte al expediente, Gadsden fingió tener una total
ignorancia del caso ya que, dijo, pensaba que ese problema había sido ya
resuelto.
El 18 de septiembre,
Gadsden le informaba al gobierno estadounidense que en su opinión Bonilla
estaría dispuesto a aceptar una nueva frontera, y agregaba que Estados Unidos no aceptarían una cesión territorial situada más al Norte del paralelo 31° N. mientras que una
frontera situada más hacia el Sur: “serviría mejor los propósitos de restringir
las incursiones indígenas… y promovería la armonía de la vecindad fronteriza.”
Además, ese mismo día envió a Washington un comunicado privado en que decía que
Estados Unidos debía amenazar con sus acciones, incrementando la fuerza militar
fronteriza, “debemos mostrar, en toda ocasión la espada, aunque cubierta con
el olivo,” y el 3 de octubre enviaba otro comunicado, en el que decía que si
para fin de año no había logrado resultados positivos, se le llamara a
Washington, y que simultáneamente se realizaran “preparativos en la frontera,”
los que, calculaba, resolverían los problemas para que México cediera en su
reticencia, aunque esto no fue necesario, como veremos después.
Los días 25 de
septiembre y 2 de octubre, Gadsden se entrevistó con el Presidente Santa Anna, y
allí le dijo al presidente de México que ninguna potencia podría detener que con el tiempo todo el
Valle del Rio Grande quedara bajo el mismo gobierno, y que los Estados [mexicanos]
de Tamaulipas, Nuevo León, Coahula (sic) y
Chihuahua se convertirían en territorio estadounidense, ya que a través
de revoluciones sucesivas o de compras se unirían a Texas. Todo esto lo realizó
mientras esperaba instrucciones concretas de Washington, las que finalmente
llegaron el 11 de noviembre cuando el licenciado Christopher L Ward, enviado que
había memorizado sus instrucciones, se las comunicó a Gadsden. La razón de la memorización,
en vez de que fueran por escrito, era que Estados Unidos temía que si caían en manos inadecuadas le
costarían la presidencia a Santa Anna y en consecuencia echarían por los suelos
las negociaciones, lo que a Estados Unidos no le convenía.
Las instrucciones de Ward
eran ofrecer seis opciones de compra, presentando primero la de mayor territorio, y así sucesivamente hasta que se ofreciera aquella con menor superficie. En la mayor venta de terreno, estaba
dispuesto a pagar 50 millones por buena parte del Norte de Coahuila, Chihuahua,
Sonora y Baja California; y así sucesivamente hasta llegar a la oferta de las dos mínimas: en la
primera de ellas, se ofrecerían 15 millones por una frontera que siguiera el
paralelo 31° 48’ desde El Paso hasta el Golfo de California (o sea exactamente sobre el
delta del Colorado); y si México no aceptaba, se podía ofrecer la misma
cantidad por una frontera que siguiera el paralelo 32,° la que garantizaba al
menos la construcción de una línea férrea, aunque en ambas se buscaba un puerto
sobre el Golfo de California.
Continuaron las
deliberaciones con el Ministro Díaz de Bonilla, hasta que en la sexta reunión se llegó
al acuerdo. Este consistió en los siguientes puntos:
- debía conservarse el secreto del acuerdo hasta que se obtuviera la ratificación estadounidense;
- se dejó la frontera que concediera el terreno necesario para la construcción del ferrocarril bajo la jurisdicción estadounidense;
- se abrogó el artículo XI;
- se concedió el derecho a navegación a Estados Unidos por el Colorado y el Golfo de California;
- y se comprometieron las partes a terminar con las acciones filibusteras en México. Así de importante consideraban ambas partes este problema.
Vendrían después las
deliberaciones del Congreso Estadounidense en las que intervinieron otros
factores, tales como la lucha interna en la nación vecina entre los Estados del
Norte contra los del Sur y que constituiría una antesala a la Guerra Civil, además
de las pugnas mexicanas entre liberales y conservadores, federalistas contra
centralistas, aunque como el tema es muy complejo y no dispongo del espacio
necesario, lo dejaré para otro artículo.
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