Raousset de Boulbon y La Arizona
Tal vez el primer
incidente con extranjeros en Sonora haya ocurrido cuando un grupo que pasó en
1848 rumbo a California por Cieneguilla (situada entre Santa Ana y Altar),
fueron alimentados y cuidados por los habitantes del lugar. Allí corrían
rumores de un tesoro que había dejado el recientemente fallecido rico minero, Teodoro Salazar, quien
fue padre de Ana Salazar de Elías, esposa del dueño del rancho Los Nogales,
donde hoy se encuentra esta población.
Cierta mañana reunieron a todos los
habitantes, los detuvieron en una casa mientras que colgaban repetidamente al
sacerdote del lugar, Lorenzo Vázquez, intentando que les dijera en dónde se
encontraba el tesoro que había dejado. La tortura duró todo el día y en la
noche se fueron sin haber logrado su cometido.
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Gastón Raousset de Boulbon |
De esta manera, la fama de las antiguas minas de Planchas de
Plata de la Arizona, situadas al Sureste de nuestro Nogales, que obviamente aún
no existía, se había conservado a través del tiempo desde su descubrimiento en 1736 (aquí hay más información), y se convertía en decisiva
para las aspiraciones territoriales expansionistas, tanto de personas como de
naciones, ambiciones que finalmente desembocaron en la pérdida para México de
la región de la Mesilla (o Gadsden, como también se le conoce), y a la vez convirtieron
a esos años de la década de los 1850 en terrible periodo para nuestro país y
para Sonora. Los temas a cubrir son muchísimos, por lo que necesariamente los
dividiré en varios artículos.
Así, regresando a
nuestra crónica, mientras Raousset-Boulbón se preparaba para explotar esta región, otra compañía, la
Barrón-Forbes, organizaba otra más, la “Sociedad Esploradora [sic] de Metales
de Sonora,” con casi las mismas características que la Restauradora aunque sin
incluir en sus cláusulas a defensores extranjeros.
El 1 de junio de
1852, al mando de una fuerza de unos 250 colonos-soldados armados, dos cañones
y en formación militar, Raousset desembarcaba en Guaymas en un acto violatorio
a la ley de Sonora que prohibía manifestaciones castrenses, lo que provocó una
reprimenda del Gobierno del Estado.
De Guaymas se dirigió a Hermosillo, a donde llegó haciendo nuevamente ostentación de sus armas en contravención de las órdenes recibidas y allí rehusó obedecer la orden del Gral Miguel Blanco, Comandante Militar de la frontera, de permitir que la fuerza de franceses fueran a Sáric mientras Raousset iría a Arizpe a entrevistarse con Blanco. En vez de ello, decidió acompañar al grupo a Sáric. Esta y otras acciones llevaron al General Blanco a ir a Ures, capital entonces de Sonora, a preparar una expedición punitiva contra el francés, mientras que le advertía que el Ministro francés en México, André Le Vasseur, había informado que los intereses de la Restauradora y la Exploradora habían sido consolidados, por lo que ya no había disputa entre ellas.
De Guaymas se dirigió a Hermosillo, a donde llegó haciendo nuevamente ostentación de sus armas en contravención de las órdenes recibidas y allí rehusó obedecer la orden del Gral Miguel Blanco, Comandante Militar de la frontera, de permitir que la fuerza de franceses fueran a Sáric mientras Raousset iría a Arizpe a entrevistarse con Blanco. En vez de ello, decidió acompañar al grupo a Sáric. Esta y otras acciones llevaron al General Blanco a ir a Ures, capital entonces de Sonora, a preparar una expedición punitiva contra el francés, mientras que le advertía que el Ministro francés en México, André Le Vasseur, había informado que los intereses de la Restauradora y la Exploradora habían sido consolidados, por lo que ya no había disputa entre ellas.
En septiembre 24,
Blanco le escribió nuevamente a Raousset con otra oferta, pidiéndole que
únicamente abandonara su organización y equipo militares. Sin embargo, ya para
entonces éste había iniciado las hostilidades: cerca de Sáric se apoderó de un
cargamento de dinero y abastecimientos, y a fines de septiembre acampó en las
afueras de Magdalena en anticipación de las fiestas anuales a San Francisco, lo
que aprovechó para hablar con los notables del Estado que asistían para
convencerlos, infructuosamente, de unírsele para apoderarse de Sonora.
El gobierno de
Sonora pensaba que los franceses se dirigirían a atacar la capital, Ures,
aunque el objetivo de éstos fue Hermosillo, la que tomaron por las armas en una
victoria pírrica, ya que no obtuvieron el apoyo que buscaban y muchos
enfermaron. Luego decidieron ir a Guaymas para esperar la llegada de más
refuerzos por barco, aunque la salud de Raousset agravó y se vió a punto de
morir. En Guaymas ofreció rendirse, y el 4 de noviembre de ese 1852 se firmó el
acuerdo de paz. Todos los franceses fueron embarcados para San Francisco,
pagando el viaje los sonorenses, ya que la compañía Jecker-Torre los había
desconocido.
Y a pesar de que
no hay algún documento de la visita de los franceses a La Arizona, por otro
lado a su regreso a San Francisco algunos llevaban trozos de plata que habían
conseguido durante su estancia en Sonora, trozos que sirvieron para alimentar
la leyenda de La Arizona hasta convertirse, en la mentalidad popular francesa,
en uno de los causales de la aventura imperial de Maximiliano en México. Pero no debo adelantarme, por lo que en el
siguiente artículo hablaré de otra aventura particular, originada ahora por
individuos de la nación vecina.
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