Arizona hasta la independencia de la Nueva España

Después del receso obligado por las festividades de Navidad y Año Nuevo, reanudo ahora la serie de artículos acerca de la historia de esta región fronteriza entre México y los Estados Unidos, no sin antes enviarles a todos mis mejores deseos para este año que inicia.

Tal vez lo hayas escuchado, tal vez no. Pero los factores que intervinieron para que se llevara a cabo la independencia de Nueva España de la madre patria, España, fueron distintos en esta región que en el centro del país. Si bien en el centro de México la independencia resultó ser, a fin de cuentas, la reivindicación de lo indígena, aquí, en el Noroeste de la nación que nacía entonces, la independencia fue, también a fin de cuentas, el establecimiento de nuevas fórmulas de convivencia social y económica bajo el predominio de los no indígenas.

Como ya lo hemos visto ya en artículos anteriores, el periodo de finales del siglo XVIII consistió, en el noroeste de la Nueva España, en un recrudecimiento de la violencia provocada por los nativos, principalmente Apaches, contra los europeos recién llegados. Esa es la historia superficial y de todos conocida. Sin embargo, de manera subyacente actuaron también las plagas que asolaban a la población de la región, además de fórmulas diferentes de fecundidad racial que fueron ganando prominencia, sin dejar de mencionar a otros factores, como los culturales.

Además, otro de los elementos dignos de considerar en el análisis histórico de la región, fue el de la influencia de la ascendencia afroamericana en la historia no únicamente de la Pimería Alta sino de todo México.  Y aunque los historiadores carecen de datos confiables sobre la proporción de habitantes afroamericanos en nuestra región durante aquellos años, cabe mencionar que la población afroamericana fue muy importante.  Por ejemplo, 25 de los 46 colonos originales de Los Ángeles, gente que llegó de Sonora en su mayoría, eran afroamericanos.

Finalmente, debo agregar que la participación de los habitantes de Sonora en el movimiento de Independencia de México, fue del lado de los imperialistas, aunque este tema queda afuera de los alcances de este artículo por lo que no lo cubro en esta ocasión.

De esta manera, y en relación con las pugnas entre nativos y los que no lo eran, podría agregar que ya desde 1796 se daban disputas por la posesión del agua en Tucsón.  Así, en enero de ese año, un grupo de Pápagos se asentaron en ese poblado, situado en la falda del Cerro de la A, aunque de inmediato surgieron las controversias por el uso del agua con la "gente de razón" o no indígenas; además, los animales de éstos se metían a las milpas de los  nativos y las destrozaban.

Por otro lado, la mortandad que ocasionaban las epidemias afectaba de manera distinta a la gente de ascendencia europea que a los nativos, ya que estos últimos no tenían defensas naturales contra esas enfermedades. A lo anterior, debemos agregarle el aumento en población indígena en los poblados y misiones que, según nos dice Henry Dobyns en relación con Tucsón "dependía de la migración constante a ese asentamiento por nativos de otros lugares."

Así, mientras que la población nativa de Bac en 1783 era de 167 individuos, y la de Tucsón era de 189, o sea un total de 356; por otro lado en Tumacácori, el Padre Narciso Gutiérrez enterró a 25 nativos durante los últimos meses de 1816 como resultado de una epidemia, mientras que el etnógrafo-historiador Henry Dobyns nos dice que en la región de Tucsón, San Xavier y Tumacácori, su población declinó en 209 almas entre 1804 y 1818.

Todo lo anterior llevó a que, mientras que en 1801 únicamente había 119 nativos viviendo en Bac y 246 en Tucsón para una población total de 365, del total de nativos que había en Tucsón, únicamente había 26 Pimas, mientras que el resto eran inmigrantes; y tres años después, en la región de Tucsón había 1,105 almas, de los que la gran mayoría no eran indígenas sino "gente de razón." Ese era el nivel de despoblamiento nativo de las misiones y su repoblamiento por recién llegados.

Además, mientras sucedía ésto, la población de la antigua Pimería también gradualmente había ido cambiando de composición étnica, ya que había altísimos niveles de mortandad infantil entre los niños indígenas y los no indígenas, aunque por otro lado como lo concluye Dobyns, las mujeres de ascendencia europea o africana que vivían en la Pimería Alta eran lo suficientemente prolíficas para mantener los niveles de población. Todo  este proceso había llevado a que al iniciar el movimiento de independencia de la Nueva España, los no nativos gradualmente habían ido ganando prominencia numérica, y con ellos los antiguos territorios de las misiones se veían mermados frente al avance de la iniciativa privada no indígena.

Debido a que le causó extrañeza a algún lector la forma en que se definió el terreno de la misión de Tumacácori y de la estancia de Calabazas, en seguida incluyo una descripción de este proceso. Este tema no lo incluyo en el artículo periodístico debido a restricciones de espacio, además de que no es central al asunto de estos artículos.

Tumacácori y Calabazas en relación  con los Nogales actuales
 Parece ser que la idea original para que los nativos de Tumacácori hicieran la solicitud partió del misionero en Tumacácori, Narciso Gutiérrez. Así fue cómo los peticionarios solicitaron en Arizpe, que era la capital entonces, un fundo legal, además de una estancia ganadera que comprendiera a “Guevavi y sus tierras,” y agregaba que el lugar llamado La Boca del Potrero fuera incluida dentro de la estancia. Todavía hoy la cañada conserva ese nombre, aunque no creo que haya muchos que conozcan la causa de ello.

De esta manera, Alejo García Conde, Gobernador Intendente de la Intendencia Arizpe, concedió esta petición el 17 de diciembre de 1806, y le encargó a Manuel de León que realizara la medición de Tumacácori, además de “una estancia de ganado mayor… [que midiera] cuando mucho dos sitios.” (o sea la mitad superficial del terreno de Tumacácori).

Pero esto no fue todo, ya que poco antes de navidad, el misionero Gutiérrez escribió otra petición al Gobernador Intendente, diciendo que la misión de Tumacácori “por medio del rancho de Guevavi limita [hacia el Sur, siguiendo el río Santa Cruz] con el rancho de los Romero, cuyas mojoneras todavía existen más allá de Yerba Buena, en donde todavía hay un corral que servía para tener el ganado que era recogido en las corridas de nuestra misión. A lo largo del Potrero, las medidas llegaban hasta la Ciénega,” y pedía que se incluyeran esos terrenos dentro de la merced.

Así fue cómo, poco después, los declarantes que fueron llamados a declarar sobre los límites del terreno misional, confirmaban lo pedido por Gutiérrez. Hacia el Sur [o sea siguiendo el río Santa Cruz], la misión colindaba con el rancho de Buenavista “conocido como el rancho de los Romero” mientras que en la dirección del Potrero (o sea la actual Cañada de Los Nogales), las mojoneras se encontraban en la Ciénega grande [tal vez el actual Meadow Hills], mientras que finalmente a lo largo de la cañada de Sonoita [rumbo al actual Lago de Patagonia], culminaron en una mesa muy plana.

En seguida se inició el proceso de medición física del terreno que es diferente al proceso actual en que se asignan superficies, sino que más bien se medían longitudes, las que en este caso serían 400 cuerdas que serían medidas según lo solicitaran los peticionarios para comprender los cuatro sitios del Fundo Legal de Tumacácori. 

Así, se escogió “una cuerda bien torcida y encerada de istle” que medía cincuenta varas castellanas de longitud (unos 42 metros), cada vara comprendiendo cuatro palmos (o sea unos 210 cm cada palmo), y cada extremo de la cuerda se adhirió a unos postes de “madera muy dura,” la que serviría para medir las longitudes del terreno. Para iniciar la medición se tomó la cruz del cementerio de la misión como punto de partida.  Y debido a que había para entonces otras posesiones más hacia el Norte de la misión, entre ellas la merced de Otero y el Presidio de Tubac, se midieron con una cuerda únicamente 50 cuerdas río abajo (hacia el Norte). En seguida se hizo lo propio con 332 cuerdas hacia el Sur, hasta concluir “en la cañada situada justo en seguida del sitio llamado Calabazas.” Y debido a que sólo quedaban 18 de las 400 cuerdas concedidas, se midieron siete hacia el Este, y otras once hacia el Oeste, lo que concluyó la medición del terreno del Fundo Legal de la misión de Tumacácori.

Después de esta medición, sólo quedaban ahora por medirse los dos sitios de la “estancia” o sea 200 cuerdas  que también se solicitaban, y debido a que los peticionarios querían quedara incluida dentro de su medida, tanto Guevavi como la boca del Potrero, León ordenó que fueran medidas 80 cuerdas partiendo de la mojonera Sur del Fundo Legal de Tumacácori, en donde quedó situado el centro del Fundo Legal de Calabazas. En seguida se continuó hacia el Sur y fueron medidas otras 55 cuerdas más río arriba, o sea un total de 135 cuerdas, hasta que, habiendo pasado “el pueblo antiguo o misión de Guevavi”, en una mesa se ordenó que fuera colocada la mojonera Sur de Calabazas.


Un día después continuaban con la medición. Regresando al centro de la estancia, el equipo midió 27 cuerdas hacia el Este, hasta que llegaron a un cerro áspero, San Cayetano, y en seguida, se midieron 38 cuerdas hacia el Oeste hasta llegar a “la falda del cerro más alto que hay por el Potrero,” lo que concluyó el proceso de medición del terreno.

Posteriormente, y después de varias deliberaciones originadas tal vez por una confusión entre Calabazas y Guevavi, el 31 de marzo siguiente les fueron concedidas esas tierras a los nativos de Tumacácori. Si entre los lectores del artículo hay alguien que conozca esa región, se asombrará que los nombres que son mencionados en el texto del expediente se hayan conservado a través de los poco más de 200 años que han pasado desde entonces (en seguida muestro un plano actual con la extensión actual de la ciudad de Nogales y los terrenos de la misión de Tumacácori).

Así fue cómo los nativos de  Tumacácori solicitaron y obtuvieron en 1807 el título para su terreno misional que abarcaba desde cerca de Tubac hasta inmediaciones de la actual  Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales, en Río Rico, aunque como lo veremos en otros artículos, ésto no fue sino un remedio temporal, ya que el avance de los criollos y mestizos continuó.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar a  otra de las herencias del periodo misional en el actual Arizona,  la construcción de las iglesias de San Xavier del Bac y de Tumacácori. La primera, como ya lo dije, fue empezada en la década de 1780 y concluida en 1797; mientras que la de Tumacácori fue comenzada en 1802 o sea poco antes de que se realizara esta meción, y dedicada en 1822, cuando la independencia de México era ya un hecho consumado.

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