La nueva frontera y el Tratado de la Mesilla
Ya vimos en el artículo
anterior de esta serie cómo se llegó al acuerdo del Tratado de la Mesilla, firmado en México el 30 de diciembre de 1854, por el que Estados Unidos pagaría 15 millones por
45,000 millas cuadradas, Únicamente
faltaba que lo deliberara y aprobara el Congreso estadounidense. Sin embargo,
ya durante este proceso, y debido a que se aproximaba la guerra civil
estadounidense, los Estados norteños intentaron disminuir el poder de los
sureños, ya que ganarían con esta adquisición, y el resultado fue una serie de
votaciones fallidas que sería cansado enumerar rn esta ocasión.
Continuó la pugna
hasta que el Ministro de México en Washington, Juan Nepomuceno Almonte, de
quien se dice que fue hijo del prócer de la independencia de México, José María
Morelos y Pavón, delimitó una frontera que, para satisfacer la petición de
México de conservar comunicación por tierra entre la península de Baja
California con el resto del país, establecía un “pasillo” de terreno para
comunicar la península con Sonora; además, decidió que Estados Unidos pagarían únicamente
10 millones por 29,670 millas cuadradas en vez de las 45 mil del acuerdo preliminar del
Tratado, y abrogó el Artículo XI del Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Con esas enmiendas, éste fue aprobado
finalmente por el Congreso estadounidense por 33 votos en favor contra 13, el
25 de abril de 1854. Sólo faltaba la firma del Presidente Santa Anna de México, lo que se realizó el 8 de junio de 1854.
La existencia de una
frontera tan extraña como la que tenemos actualmnte se deriva, en primer lugar, del “pasillo”
entre Sonora y el Colorado, precisado por Almonte quien utilizó un punto
geográfico, la confluencia entre el paralelo 31° (en realidad el paralelo 31°
20’) y el meridiano 111,° punto que había sido propuesto como frontera desde
las negociaciones iniciales. Sobre el terreno, y en cercanías del meridiano 111°, el paralelo 31° Norte se encuentra situado un poco más al Sur de Cíbuta, mientras que el “escalón” de la sección oriental,
según lo describiera el Secretario de Estado de la nación vecina, William
Marcy, “le daría a los Estados Unidos una buena ruta para un ferrocarril desde
el río Grande (Río Bravo) hasta el Golfo [de California].”
Charles Poston |
Dos meses después
ocurría la aventura de Raousset de Boulbon en Guaymas. Era un Sonora que
acababa de perder su frontera Norte, ya que el Presidente Santa Anna acababa de
firmar el Tratado, el 8 de junio. Al mismo tiempo, continuarían los ataques apaches con
la única diferencia de que ahora ya los Estados Unidos quedaban relevados de
tener que pagar por los daños, aunque los presidios de la frontera, del que
Tucsón era el más notable, continuaron bajo el cuidado de las armas mexicanas.
A mediados de julio se presentaba un grupo de mujeres apaches en ese presidio,
enviadas por los hombres de la tribu que le pedían la paz al Comandante, el Capitán Hilarión García. Este reportó la situación con el Gobernador de Sonora, Manuel
María Gándara, quien respondió que no se podía llegar a un acuerdo con ellos,
debido a que vivían en territorio estadounidense.
También, por entonces,
un grupo de estadounidenses dirigidos por Charles Poston fundó un pueblo a
orillas del río Colorado, cerca de su confluencia con el Gila, al que llamaron
Colorado City, y poco después llegaba otro grupo, entre quienes venía un
alemán-mexicano, Frederick A Ronstandt, quien ya había trabajado con Gándara
administrando la hacienda de Topahue (situada al Este de Hermosillo, que es actualmente un poblado en inmediaciones
de la actual Presa el Molinito).
Frederick A Ronstandt |
Y mientras unos descubrían y explotaban los
yacimientos de Ajo, otros se dirigieron a La Arizona. Sin embargo, las
autoridades mexicanas expulsaron a
ambos, ya que la frontera no había sido definida con precisión aún. Por cierto, la esposa de Ronstandt, Margarita Redondo, era pariente de la madre de José Elías, dueño del rancho de Los Nogales. De esta manera ya desde entonces comenzaba la conformación de una élite familiar del Norte de Sonora.
Pero no debo alejarme del tema de esta crónica.... A mediados de 1855, y
anticipando el cambio de gobierno, debido a que se delimitaba por entonces la
nueva frontera, las autoridades del Presidio de Tucsón realizaron un inventario
de todas las posesiones del mismo, así como también de San Xavier y de Tumacácori, mientras que en
octubre del mismo año se levantó una lista de los soldados del Presidio. Eran apellidos
que pueden aún ser encontrados viviendo, ya sea en el Sur de Arizona o Norte de
Sonora: León, Grijalva, Ramírez, Romero, Gallegos, Ortega y otros más. De los nombres de la lista, casi la
mitad de los soldados andaban ya fuera acompañando a la Comisión que delimitaba
la nueva frontera o bien en Ures, realizando tareas especiales.
En enero de 1856 se
registraba la primera compra de terreno tucsonense por estadounidenses cuando
George Leach le compró dos piezas de terreno a Juana Rosario, quien a su vez se
las había comprado muchos años antes a un indio que vivía en El Pueblito, en 20
pesos; un año después, Frederick A.Ronstandt le compraba ese terreno a Leach
en 75 pesos. Así comenzaba la participación
binacional de los residentes de la región, participación que no duraría mucho, como cuando Teodoro Ramírez firmó una
queja en Santa Cruz el 27 de julio de 1856, denunciando al gobernador Gándara
por haber derrocado a José de Aguilar, y un mes después, desde Tucsón, agregaba
su firma a una petición de condición Territorial para la región recién
adquirida por Estados Unidos, a la que le llamaron desde entonces Arizona.
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